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INVERSIONES
El lenguaje corriente asocia el concepto de inversión ai de bienes costosos (casas, automóviles, obras de arte, etc.), cuya compra permite eludir otros dispendios (impuestos, tasas de transporte) o esperar una plusvalía. Para los economistas el término designa toda transformación del ahorro en capital productivo: una empresa invierte cuando adquiere nuevas plantas o instalaciones susceptibles de aumentar su producción.
Con frecuencia se confunde inversión con imposición (a causa de la palabra inglesa "investment", que posee ambos sentidos). Un particular coloca sus capital es adquiriendo valores inmobiliarios. Sólo un industrial puede invertirlos: para él, un nuevo inmueble será una inversión forzosamente productiva. La adquisición del mismo inmueble por una familia será calificada de inversión improductiva. No es la naturaleza del bien adquirido sino su papel económico lo que permite distinguir la inversión de la imposición.
De acuerdo con una fórmula muy conocida en los Estados Unidos y que comienza a desarrollarse en Europa, los clubes de inversión administran una cartera de valores mobiliarios compuesta mediante la entrega regular de fondos por parte de sus miembros. Se puede decir, metafóricamente, que los miembros de estos clubes "invierten" sus ahorros.
Para las firmas importantes, la inversión directa consiste en financiar la actividad de sus sucursales o en asumir el control de otras empresas (asimismo en el extranjero). Se trata de una forma de autofinanciación: para invertir, la firma emplea sus propias reservas sin emitir nuevos títulos. La proporción de autofinanciación en las inversiones de estas empresas ha aumentado de manera considerable desde principios de los años 70.
5 Con frecuencia, la inversión directa corresponde a una producción totalmente nueva: en este caso, se habla de inversión autónoma, pues no se emprende en virtud de un excedente anterior. La inversión inducida designa, por el contrario, los gastos (de ampliación o de amortización) provocados normalmente por el crecimiento económico.
6 Según la teoría de J. M. Keynes, en un sistema en equilibrio la inversión es igual al ahorro (excedente de ingresos no gastados por el consumo general). Si el ahorro es demasiado fuerte, el bajo consumo implica una disminución de los precios, los empresarios dudan de la conveniencia de invertir y se producen la recesión y el paro forzoso. A fin de reducir este último y garantizar el pleno empleo, Keynes y sus discípulos preconizan el aumento de los gastos públicos, aunque implique un déficit presupuestario y el alza de los precios. En virtud del efecto multiplicador, el aumento general de los ingresos es claramente superior a la inversión autónoma inicial. El consumo se ve estimulado, y mediante un proceso de aceleración, la demanda influye a su vez en el volumen de las inversiones inducidas. Por último, las sumas son re cuperadas para el ahorro, que puede superar su atraso con respecto a la inversión: el retorno al equilibrio se cumple por sí mismo.
7 Este análisis optimista supone que el consumo es estable y que el ahorro crece con los ingresos. Tal concepción ha sido refutada por algunos economistas, fundamentalmente por el norteamericano Simón Kuznets (nacido en 1901), para quien no existe nexo directo entre las inversiones y el crecimiento: su eficacia depende de los sectores en que se efectúan.
Véase también: Ahorro; Capital; Equilibrio; Factores de producción.
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