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INTEGRACIÓN CONGLOMERAL
Cuando una misma empresa produce múltiples bienes o presta servicios diversos. Por exclusión, la integración conglomeral es aquel tipo de integración empresarial que no es integración vertical ni integración horizontal. Las empresas conglomérales (o conglomeradas) son las empresas multiproducto o multirrama. La empresa conglomeral se diferencia de una empresa especializada en que la primera produce y vende varios bienes o servicios. Empresas que producen varios bienes y servicios muy vinculados por relaciones de complementariedad por el lado de la oferta o por el lado de la demanda no son consideradas como empresas conglomeradas. Sólo son consideradas como tales aquellas empresas que venden múltiples productos entre los que no se dan esas relaciones o ellas son muy débiles. A la integración conglomeral, del mismo modo que a la integración vertical u horizontal, se puede llegar por expansión interna o por crecimiento externo (fusiones, absorciones o toma de participaciones). Aunque hay antecedentes anteriores, el desarrollo de la empresa conglomerada tuvo lugar después de la Segunda Guerra Mundial. Su desarrollo ha sido facilitado —como muestra Alfred D. Chandler (1962, 1977)— por el paralelo desarrollo de un determinado tipo de organización: la denominada organización divisional o multidivisional. Con anterioridad a esta innovación organizativa, que tuvo lugar entre las dos guerras mundiales, las empresas multipoducto o multirrama existentes solían adoptar la forma de holding financiero (empresas tipo H).
Sobre el desarrollo de este nuevo tipo de empresa existen también diferentes posiciones. Unos autores ponen el acento en los activos específicos y las cuasi-rentas apro-piables, otros en los costes de transacción, otros en las economías de gama o alcance, etcétera. Las economías de gama o alcance se refieren al ahorro que se consigue al producir conjuntamente dos o más productos en lugar de producirlos por separado.
Autores como R. A. Marris (1964) y D. C. Mueller (1969) consideran que la diversificación es una consecuencia lógica de los objetivos directoriales de maximiza-ción del crecimiento y reducción del riesgo. D. C. Mueller (1972), por su parte, sostiene que tales efectos están relacionados con el ciclo de vida de la empresa. Empresas nuevas en fase de expansión necesitan emplear grandes sumas de capital porque disponen de oportunidades de inversión rentables; en estos casos el objetivo de los accionistas de maximizar su riqueza y el de los managers de maximizar el crecimiento coinciden. En el caso de empresas maduras, aunque carezcan de oportunidades de inversión rentables, los managers siguen reteniendo beneficios para financiar inversiones con una rentabilidad inferior a la del mercado financiero o incluso nula, política que va a ocasionar antes o después un descenso del valor de mercado de las acciones, en perjuicio del colectivo de accionistas.
El argumento de la reducción del riesgo a través de la diversificación ha estado en el centro de las primeras explicaciones serias de la empresa conglomerada. Este argumento se vino abajo después de las investigaciones teóricas de Markowitz (1952, 1959) y Sharpe (1963, 1964, 1966) sobre la formación de carteras y el extraordinario desarrollo de los mercados financieros durante las últimas décadas. Levy y Sarnat (1970) sostienen que los accionistas no ganan con la diversificación de la empresa conglomerada. Ellos mismos pueden diversificar en el mercado financiero formando la cartera cuya composición mejor responda a sus preferencias. En el mercado financiero siempre se podrá diversificar más y mejor que por medio de la empresa conglomerada por grande y diversa que ésta sea. Sólo cuando una empresa conglomerada puede ofrecer oportunidades de reducción del riesgo que no ofrece el mercado financiero hay un beneficio para el accionista.
No obstante lo dicho anteriormente, Williamson (1975, 1981) sostiene que las empresas conglomeradas tipo M pueden crear en su interior mercados de capitales más eficientes que los externos. Los altos directivos de dichas empresas conocen mejor las oportunidades de inversión que se les presentan y pueden ejercer un control más efectivo sobre el uso del capital. Las empresas conglomérales tipo M realizan, según Williamson, una signación del capital a usos productivos más eficiente que el propio mercado financiero. Las empresas conglomeradas tipo M son en realidad, dice dicho autor, mercados de capitales en miniatura.
La configuración estructural de la empresa conglomerada no es neutral con respecto al riesgo soportado por la misma ni tampoco en relación con su reparto entre los dos grandes grupos de proveedores de capital: accionistas y obligacionistas. Si centramos la atención en el segundo de los dos aspectos anteriores, se puede demostrar que cuando el conglomerado empresarial adopta la forma de H hay un trasvase de riesgo finanaciero (riesgo de bancarrota) de los accionistas a los obligacionistas. Por el contrario, cuando el conglomerado adopta la forma de M el trasvase de riesgo es de los obligacionistas a los accionistas, con el consiguiente efecto negativo sobre la cotización de las acciones. Caeteris paribus, el grado de endeudamiento de las empresas tipo H debe ser superior al de las empresas tipo M.
En cualquier caso, la empresa grande, y la empresa conglomerada lo es normalmente, dispone de mayores facilidades crediticias que la empresa mediana o pequeña. Mayor notoriedad, mayor reputación y mayor solvencia, normalmente. Mayor poder para negociar con las instituciones financieras y mayor capacidad para operar en los mercados financieros en competencia con los propios bancos. La ley de las grandes economías favorece también a las empresas grandes en el ámbito financiero; el coste de las operaciones de financiación incrementa menos que proporcionalmente con el volumen. Como los intereses son deducibles de la base imponible del impuesto que grava la renta de sociedades, el endeudamiento le permite a las empresas rentables ahorrar impuestos. El coste real del endeudamiento (=tipo de interés - tasa de inflación) ha sido verdaderamente bajo (a veces incluso negativo) durante prolongados períodos de tiempo. Todo ello opera en favor del mayor endeudamiento de las empresas grandes con relación a las de menor dimensión.
Los altos directivos de las grandes empresas se encuentran presionados por dos fuerzas de sentido opuesto. Por un lado, la necesidad de repartir unos dividendos razonables para mantener alta la cotización de las acciones y evitar el riesgo de tomas de control externas (OPAS hostiles). Por otro lado, la necesidad de retener beneficios para formar fondos de reserva con los que financiar el crecimiento de la empresa. La única alternativa a este dilema está en el uso del endeudamiento, bastante mayor de lo debido muchas veces.
Con relación a las ventajas e inconvenientes de la empresa grande y, en particular, de la empresa conglomerada, al igual que la empresa multinacional, hay argumentos de todo tipo. Las grandes empresas tienden a repartir el mercado en zonas de influencia para vender con mayores precios y obtener mayores beneficios. Las grades empresas pueden gastar más en investigación y desarrollo porque pueden defender mejor ante los tribunales sus marcas y patentes, tienen mayor influencia política para conseguir beneficios fiscales y subvenciones, tienen mayor fuerza para negociar con los sindicatos, etcétera. Las distintas empresas o unidades funcionales que forman parte de un mismo conglomerado empresarial tienden a realizar negocios entre ellas en detrimento del mercado de libre concurrencia.
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