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DEFLACIÓN
Operación matemática por medio de la cual los términos de una serie o sucesión de valores expresados en moneda corriente se transforman en términos de otra serie expresados en valores reales (valores monetarios del año cero o año base), dividiendo los valores monetarios por un índice de precios conveniente, llamado deflactor. También se denomina deflación al incremento del poder adquisitivo o valor real de la unidad monetaria o divisa nacional, como consecuencia de una caída en los precios.
Reducción de la circulación fiduciaria que lleva consigo un descenso generalizado de los precios y una revalorización de la moneda. Defiation.
En el pasado, numerosos economistas y políticos consideraban que un residuo de inflación era fácilmente reabsorbióle. Según ellos, bastaba practicar una deflación monetaria, procediendo a retirar los billetes de banco excedentes. Por esta vía bloqueaban, en principio, el alza de los precios e intentaban provocar su descenso revalori-zando la unidad monetaria, lo que estimularía a ahorradores e inversores.
En realidad, la deflación no es un fenómeno espontáneo. Se origina en la voluntad de los poderes públicos de frenar el alza de precios y proteger la moneda. Una política económica deflacionista implica cierto número de intervenciones en el campo monetario, de los créditos, de los ingresos y de los gastos públicos.
El tipo de descuento generalmente se eleva, a fin de estimular el ahorro y encarecer el crédito, cuya progresión se ve frenada por otras medidas (aumento de los pagos a cuenta, reducción de los plazos de reembolso). Los gastos públicos se restringen, y la tendencia a aumentar los impuestos se ve obstaculizada. La depresión de la demanda y de la circulación de dinero provocada por estas disposiciones frena la actividad económica.
Esta hibernación económica que la deflación implica no siempre permite alcanzar los objetivos propuestos. Frecuentemente los precios continúan subiendo y, en estas condiciones, los obreros se niegan a ver disminuidos sus ingresos nominales. En sentido contrario, el descenso de la producción provoca el paro forzoso. En estos períodos, las economías se empobrecen y pierden su sustancia. En el plano social, las políticas deflacionistas son dolorosas, ya que aparecen como terapias ciegas y estrictamente monetarias.
En el período de entreguerras, y hasta la divulgación de las ideas de Keynes, se subrayaba fundamentalmente la defensa de la moneda y el mantenimiento absoluto de su valor. Los problemas de producción y, sobre todo, sus aspectos sociales, quedaban relegados. Desde entonces se ha difundido la teoría keynesiana. Las políticas puramente deflacionistas desaparecieron en la práctica, pues no podían adecuarse a la expansión económica, que exige una mejor utilización de los recursos materiales y humanos de que dispone una nación.
En 1925, en Gran Bretaña, la Gold Standard Act de Churchill —a la sazón canciller del Exchequer— puso fin al curso forzoso y restableció la conversión de la libra esterlina a la paridad de 1913, mediante masivas disminuciones de los signos monetarios. Así se paralizó el movimiento de recuperación que se iniciaba (movimiento inducido por la liberación del ahorro acumulado durante las hostilidades). En Francia, Pierre LavaI fue el jefe de gobierno más deflacionista. La "cura de caballo" a que intentó someter a los franceses desempeñó un papel nada desdeñable en la victoria de la izquierda en las elecciones legislativas de 1936.
7 En las economías modernas desarrolladas, en que la protección social y el derecho al trabajo tienden a reglamentarse en función del ritmo del crecimiento económico, la deflación directa apenas cuenta con partidarios. Al igual que la inflación, que presenta problemas muy graves, los dirigentes políticos manipulan con extremo cuidado las medidas deflacionistas.
Véase también: Crédito; Inflación; Legislación fiscal; Pleno empleo.
Movimiento a la baja en los índices de precios.
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