Fue aprobado en junio de 1997 en la Cumbre Europea de Amsterdam. Los países participantes se comprometieron —entre otros extremos— a salvaguardar unas finanzas públicas saneadas como medio para conseguir una estabilidad de precios y un crecimiento sostenible que favorezca la creación de empleo. Dicho Pacto de Estabilidad dispone que a medio plazo (2002) las cuentas públicas deben estar equilibradas.