MALTHUSIANISMO

El temor a la superpoblación es un fenómeno reciente. Durante milenios el hombre se ocupó, ante todo, de sobrevivir. El siglo xix aportó, a la vez, la libertad de las técnicas y de las terapias modernas y las contrariedades de un "mundo finito". Dominada por las crisis, el hambre y la miseria obrera, la Europa industrial del siglo pasado no hizo más que aceptar de buen grado la limitación de la población. Preconizada por vez primera por el clérigo inglés Malthus, esta política ha terminado por designarse con el nombre de malthusianismo.
Thomas Robert Malthus tenía veintidós años cuando publicó, en 1 798, su "Ensayo sobre el principio de población". Demostró que, en ausencia de todo freno, una población se duplica en veinticinco años. La producción, que se rige por la ley de los rendimientos decrecientes

, no es capaz de sustentar semejante ritmo. A la progresión geométrica de la población se opone la progresión aritmética de la producción.
Aunque se muestra particularmente deseoso de multiplicar los obstáculos a la natalidad, Malthus es demasiado puritano para admitir su control. Sólo la continencia impediría un desbordamiento demográfico. Y ésta sólo puede ser forzada. La miseria constituye el único medio de lograr que las categorías más desfavorecidas limiten su progenie. En buena lógica, se pronuncia contra toda medida de ayuda social.
4 La sombra de Malthus no ha dejado de recorrer el mundo. La explosión demográfica de los países subdesarrolla dos y la presión del Tercer Mundo hambriento parecen confirmar la visión profética del eclesiástico inglés. La divulgación de las prácticas anticonceptivas, el progreso de los métodos de esterilización y el control médico del aborto permitieron a sus discípulos alcanzar una limitación de los nacimientos más "humana" y más "moral" que la del viejo maestro. Requerida por los pueblos ricos en oposición a los más desposeídos, la propaganda neo-malthusiana conserva cierta ambigüedad que explica parcialmente sus fracasos.
El malthusianismo en sentido estricto ha perdido dinamismo. Las nuevas políticas intentan aunar las medidas de orden demográfico con las de carácter económico. No se trata sólo de limitar los nacimientos sino de desarrollar y racionalizar paralelamente la producción, garantizar el pleno empleo, elevar el nivel de vida y repartir del mejor modo el costo del crecimiento. La población no ha de ser considerada sólo en términos cuantitativos sino también en términos cualitativos.
El malthusianismo aparece cada vez más como una política conservadora. Muchos le reprochan su actitud puramente negativa, su preferencia por "la seguridad de la castración", sus obsesiones ante los procesos dinámicos. Así, el malthusianismo contemporáneo, denominado a menudo "neomalthusianismo", se muestra menos afortunado en el campo económico que en el demográfico. Estimula, sobre todo, una gran cantidad de prácticas de proteccionismo comercial.
Véase también: Pauperismo; Subdesarrollo.

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